Cuando alguien llega a Clínica Cela y nos pregunta cómo funciona realmente la depilación láser, casi siempre partimos por lo mismo: no se trata solo del vello que ves. La clave está debajo de la piel, en algo que no se ve a simple vista y que suele pasar desapercibido. Hablamos del folículo piloso. Y sí, suena un poco técnico, pero la verdad es que entenderlo cambia completamente la forma en que ves este tratamiento.
Solemos decir que el folículo piloso es como la “fábrica” del vello. Da lo mismo si lo cortas, lo rasuras o lo arrancas: mientras esa fábrica siga funcionando, el vello va a volver. Por eso, la depilación láser no apunta a lo superficial. Va directo al origen del problema.
Dicho simple: el folículo piloso es la estructura que está dentro de la piel y desde donde nace cada vello. Es como una bolsita diminuta que aloja la raíz y le da todo lo que necesita para crecer: fuerza, grosor y pigmento.
Cada pelo que ves, en las piernas, axilas, rostro o donde sea, tiene su propio folículo piloso. Y ahí está la razón de por qué la depilación láser funciona tan distinto a otros métodos. No corta, no arranca. Apunta directo a esa estructura interna.
Lo interesante de esto es que el láser no “quema” el vello porque sí. Lo que hace es aprovechar el color del pelo para llevar la energía justo hasta el folículo piloso. Ahí se genera calor, de forma controlada, y ese calor va debilitando la capacidad del folículo para seguir produciendo vello fuerte.
Esto puede sonar raro, pero el vello es solo la parte visible de la historia. Dentro del folículo piloso está el bulbo piloso, que es el que recibe la sangre y alimenta al vello para que crezca fuerte. La depilación láser actúa justo ahí: elimina ese bulbo y corta el suministro que permite que el vello vuelva a aparecer. Por eso, con las sesiones, el vello crece más lento, más fino o simplemente deja de salir en algunas zonas.
Aquí viene una parte clave que explica muchas dudas. El folículo piloso no está siempre “activo”. El vello pasa por distintas fases, y solo en una de ellas el láser puede actuar de forma efectiva.
Hay momentos en que el vello está creciendo activamente y conectado al folículo. Ese es el momento ideal. En otros, el vello está en pausa o a punto de caer. En ese caso, el folículo piloso no responde igual.
Así que no, no es que el tratamiento “no funcione” si en la primera sesión no desaparece todo. Es que no todos los folículos están listos al mismo tiempo. Así de simple.
Esta es una de las preguntas más comunes. Y la respuesta siempre vuelve al folículo piloso. En cada sesión se tratan los folículos que están en su fase activa. Los otros vendrán después.
Piensa en un jardín. No todas las plantas brotan el mismo día. El láser va “apagando” poco a poco cada folículo piloso cuando le toca su momento. Por eso la constancia es tan importante y los resultados son progresivos, no mágicos de un día para otro.
Ojo con esto, porque no. El folículo piloso cambia según la zona del cuerpo, la genética y también las hormonas. Por ejemplo, el vello de las axilas o la zona íntima suele tener un folículo más profundo y fuerte que el de los brazos.
Encima de eso, hay factores hormonales que pueden activar nuevos folículos pilosos con el tiempo. Eso explica por qué algunas personas, después de terminar su tratamiento, solo necesitan sesiones de mantención ocasionales.
Aquí va otra verdad importante: el láser reconoce el pigmento del vello para llegar al folículo piloso.
Lo bueno es que hoy, con tecnologías avanzadas como Alexandrita y ND YAG, se pueden tratar distintos tipos de folículo piloso. Siempre, eso sí, con una evaluación previa y personalizada.
La rasuradora corta el vello. La cera lo arranca. Pero en ambos casos, el folículo piloso sigue intacto, como si nada hubiera pasado. Por eso el vello vuelve.
La depilación láser, en cambio, trabaja desde adentro. Va debilitando el folículo piloso sesión tras sesión. Y esa es la gran diferencia. No es una solución momentánea, es un cambio progresivo y real.
Esto sí que no es menor. Para que el láser llegue correctamente al folículo piloso, la energía tiene que estar bien calibrada. Ni más ni menos. Un mal ajuste puede no hacer nada… o generar molestias innecesarias.
En Clínica Cela, cada tratamiento se adapta a la piel, el vello y el estado de cada folículo piloso. No es llegar y aplicar lo mismo a todas las personas. Y créeme, eso se nota en los resultados.
Durante el tratamiento, hay cosas simples que ayudan mucho a que el folículo piloso responda mejor al láser:
Nada complicado, pero todo suma cuando el objetivo es debilitar correctamente cada folículo piloso.
Lo curioso es que muchas personas no notan el cambio de un día para otro, pero sí cuando miran hacia atrás. Menos vello. Más fino. Crece lento. Zonas que antes molestaban, ahora casi se olvidan.
Eso es el folículo piloso haciendo lo suyo: dejando de producir vello como antes. Y cuando eso pasa, la piel se ve más pareja, más suave y, seamos honestos, la rutina diaria se vuelve mucho más simple.
Si hay algo con lo que conviene quedarse es con esto: la depilación láser no va a la superficie, va a la raíz del asunto. Todo el trabajo sucede en el folículo piloso, ahí es donde realmente se define si el vello vuelve o no.
Cuando entiendes cómo funciona, el proceso se vive distinto. Hay más paciencia, más confianza y también más claridad sobre los resultados. Y al final, cuando el folículo piloso deja de hacer su trabajo, el vello deja de marcar la pauta. Lo que queda es una piel más libre, más cómoda y mucho más simple de disfrutar.
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